Pertenezco a una generación que no sabe esperar... o al menos esta es la justificación que alguien encontró en su día para explicar cierto desorden (musical...) en mi vida (que ha quedado superprofundo pero va a ser que no es para tanto). El caso es que a los de mi quinta lo de las dos horas de digestión empezaba a sonarnos a cuento chino, llegamos a punto para las videoconsolas (transparentes, a color...), los ordenadores, los móviles...todo fue surgiendo justo a tiempo para nosotros, así que pocas veces tuvimos que esperar.
Me consuela saber que soy de la generación del aquí y el ahora porque, supongo que habrá más seres que como yo que detestan esperar.
Si hay algo peor que esperar a que llegue la primavera o a que estrenen una película es esperar una llamada de teléfono. Eso sí que es insoportable. De hecho creo que tendríamos que tener un sexto sentido para saber cuándo la llamada en cuestión no va a llegar (sí claro cuando llevas esperando meses llega un momento que lo asumes pero mientras...). Espero que ninguno de ustedes piense que a estas alturas voy a ponerme a hablar del amor y sus fracasos (esto es que es muy ismaeliano) ni de los "ya te llamo yo" que son un "vete borrando mi número de tu agenda". Resulta que una es más práctica así que casi mejor hablar del no menos romántico (en el sentido más literario de la palabra) mundo laboral. Y es que ahora que la incertidumbre ronda por nuestras vidas me parece que en todas las empresas deberían contratar un becario para que telefonease a los no seleccionados en las pruebas de fichaje de explotados del año para que al menos dejasen de esperar.
En fin que ahí queda mi consejo y sí, por si queda alguna duda, estoy como un gato mojado...
1 comentario:
Qué duro es ser becaria...
Cuidado, que se acerca el hombre que pone las notas!!!
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